¡Bienvenidos al Reino animal!
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El musmón o carnero de las Rocosas, borrego cimarrón, muflón de las montañas o muflón canadiense Ovis canadensis

Фото Musmón
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Distribución y apariencia

El borrego cimarrón, carnero de las Rocosas, musmón, muflón de las montañas o muflón canadiense (Ovis canadensis) es una especie de artiodáctilo de perteneciente a la familia de los bóvidos propia de Norteamérica. El musmón es común en las montañas del oeste de Norteamérica, desde Canadá hasta la península de California. Estos interesantes ungulados viven en zonas montañosas, habitando prados alpinos y estribaciones. En verano se mantienen en altitudes de unos 1800-2500 metros sobre el nivel del mar, en invierno descienden a altitudes de 800-1500 metros.

El musmón tiene una constitución bastante densa y poderosa, con extremidades cortas y fuertes, un cuello grueso y corto, una cabeza pequeña y una cola que sobresale ligeramente del pelaje. El tamaño corporal de estos ungulados varía en las distintas poblaciones, pero los machos son siempre significativamente más grandes que las hembras. En las Montañas Rocosas los machos maduros pesan entre 73 y 143 kg (las hembras entre 53 y 91 kg), pero en los desiertos del sur son más pequeños, pesando sólo 58-86 kg en los machos y 34-52 kg en las hembras. Los machos tienen una cornamenta muy pesada y maciza; mide unos 110 cm de largo y pesa 14 kg (lo que equivale al peso total de todos los demás huesos del cuerpo). Los cuernos de las hembras están siempre bien desarrollados, pero son más débiles que los de los machos; son semi-serrados y divergen fuertemente hacia los lados.

Modo de vida y alimentación

El musmón está bien adaptado a subir pendientes pedregosas, pero es significativamente inferior a las cabras blancas, ya que es incapaz de correr rápido durante mucho tiempo. Su dieta consiste en plantas herbáceas (hierbas, juncos, legumbres), arbustos de bayas (bayas de vaca, arándanos), hojas y brotes de sauces y abedules; en invierno se alimentan de trapos de hierba, líquenes del suelo y ramitas. En verano, pastan principalmente por la mañana y por la tarde, y en invierno durante las horas de luz. Estos animales tienen una vista bien desarrollada, pero su oído y su olfato no son muy buenos.

Reproducción

El apareamiento tiene lugar entre noviembre y diciembre. Antes, se establece una jerarquía rígida entre los machos de la manada como resultado de los torneos de apareamiento. Durante las peleas, los machos se golpean con sus cuernos, que pueden quedar muy dañados durante toda la temporada de cría. Según testigos presenciales, el sonido de los golpes se puede escuchar a varios cientos de metros de distancia. El embarazo dura unos 6 meses y las crías nacen en primavera. La hembra da a luz a uno, raramente dos corderos. El cordero pesa unos tres kilos y medio, está bien desarrollado y tiene un pelaje gris acero con una raya negra a lo largo del lomo y una mancha blanca en la frente. A partir de los 7-10 días de edad, los cachorros comienzan a mordisquear hierba y hojas y pronto se unen a la manada con sus madres. Los corderos producen leche durante 4-6 meses. Los corderos crecen rápidamente: al mes triplican o cuadruplican su peso y en septiembre pesan entre 22 y 25 kg. Las hembras son capaces de parir a partir de los 10-11 meses de edad, pero suelen empezar a criar en el segundo o tercer año de vida. Los machos participan en la cría cuando alcanzan una posición dominante, normalmente alrededor de los 7 años de edad. Los machos y las hembras permanecen separados durante la mayor parte del año, uniéndose en pequeños grupos (una media de 4-6 en los machos, 6-8 en las hembras). Los corderos se quedan con sus madres. Las hembras permanecen en los grupos maternos y los machos a los 2-4 años de edad los abandonan y se unen a los grupos de los machos.

Cantidad

El tamaño de la población a principios del siglo XIX se estimaba en 1,5-2 millones de ejemplares, pero a principios del siglo XX había menos de 10 mil animales. La disminución de su número se debe a la depredación y al desplazamiento de los carneros salvajes por las ovejas domésticas. La alta susceptibilidad de los carneros salvajes a las enfermedades del ganado, como la sarna y la neumonía, ha desempeñado un papel importante en este sentido.

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