La grulla sarus (Antigone antigone)
Descripción y distribución
La grulla sarus (Antigone antigone) es el mayor representante de este grupo de aves. Mide poco menos de 2 metros de altura. Su área de distribución incluye la India, con apariciones más raras en Pakistán, Nepal, Bangladesh y el sudeste asiático. La antígona habita en pantanos de hierba alta y arbustos, tanto entre bosques como en paisajes abiertos. El periodo de cría comienza después de la estación de lluvias, en junio-julio, de modo que los polluelos salen de los huevos justo cuando las condiciones son más favorables para su reproducción.
Reproducción
Los patrones de comportamiento durante la época de cría son similares a los de otras grullas, también bailan y gritan con fuerza. Los nidos de las grullas indias suelen estar situados en zonas poco profundas de la marisma. Los construyen con tallos de plantas cercanas al agua. La nidada contiene 2 huevos, como en muchas grullas. A diferencia de la Leucogeranus leucogeranus, los pollos no chocan entre sí, pero el más joven casi siempre muere. El hecho es que la incubación en las grullas comienza con la puesta del primer huevo, y el polluelo más joven es mucho más pequeño y débil que el mayor. Va constantemente a la zaga de su familia en densos matorrales y al final o se pierde o muere de agotamiento.
Nutrición
Aunque Antigone antigone utiliza pequeños animales vertebrados como alimento, lo hace con menos frecuencia que muchas especies estrechamente emparentadas. Su dieta consiste principalmente en rizomas, bulbos y tubérculos densos en nutrientes de diversas plantas acuáticas. Gracias a su gigantesca estatura, la Antigone antigone es capaz de alimentarse en zonas bastante profundas de las masas de agua, recuperando el alimento del fondo.
Amenazas para su existencia
La especie no migra estacionalmente, sino que tendrá que vagar durante los periodos secos, abandonando las marismas que se secan y concentrándose en zonas con agua. La principal amenaza para Antigone antigone es el desarrollo de su hábitat. La caza furtiva y la destrucción de sus nidos son casi inexistentes: la ética popular y las creencias hindúes lo consideran un gran pecado, por el que el autor pagará sin duda.
