Duikeres o cefalofos Cephalopus
Cephalophus es un género de mamíferos artiodáctilos de la familia Bovidae que incluye a una serie de pequeños antílopes africanos conocidos como duikeres o cefalofos. El nombre duiker, significa buceador —en afrikáans— debido a la costumbre de este tímido animal en zambullirse en la maleza, al estar asustado. Se sabe poco sobre los duikeres. Son animales nocturnos excepcionalmente sigilosos y cautelosos, raramente vistos por los humanos. Pasan el día en refugios, que se encuentran en un matorral o, como es típico del Cephalophus silvicultor, bajo el tronco de un árbol caído. Se alimentan a primera hora de la mañana o al atardecer, utilizando como alimento hojas y brotes verdes, frutos y bayas. Las crestas de los patos se caracterizan por ser una especie de depredadores, y comen de buena gana no sólo insectos (termitas), sino también animales de sangre caliente.
Una observación interesante se realizó en un zoológico de Zúrich, donde se observó que las palomas que vivían en la misma pajarera que el Cephalophus niger comenzaron a desaparecer. Los miembros del personal del zoológico, que colocaron pollos y palomas con el animal, fueron testigos de una auténtica cacería. Al divisar un pájaro, el duiker se puso en alerta y se precipitó hacia él con la cabeza agachada hacia el suelo y las orejas apretadas. Agarraba a los polluelos con la boca e inmediatamente se los comía enteros. Si las palomas intentaban huir, las derribaba con sus patas delanteras, las agarraba con los dientes, las mataba y las llevaba al montón de heno que le servía de cama. Allí el duiker arrancó la cabeza de su víctima y se la comió, luego también le arrancó las alas y las patas, pero las dejó caer, y después chupó la sangre del cuerpo decapitado del ave y se la comió parcialmente mordiendo la carne con sus dientes nativos. Curiosamente, no hay ningún indicio en la estructura del propio sistema dental de que el duiker tenga predilección por la comida cárnica.
El periodo de reproducción no está asociado a una estación del año concreta. A juzgar por las cicatrices encontradas en la cabeza, hay peleas entre machos por las hembras, pero no hay observaciones directas que lo confirmen. El macho marca a su compañera elegida también con la secreción de sus glándulas suborbitales y la hembra (al menos en el duiker de cebra) lo hace con la cría. La cría, después de dar a luz, acecha en la espesura del bosque y su madre la visita para alimentarla. La voz es como un silbido bajo.