El kinkajú Potos flavus
El kinkajú o martucha (Potos flavus) es una especie de mamífero carnívoro de la familia de los prociónidos. Recibe otros nombres comunes, como mico de noche (no confundir con los monos del género Aotus) , perro de monte, cuchumbí, cusumbí, mico león, cuchicuchi (en Venezuela), huasa, martilla, mono michi, cuyuso, cusumbo (en Ecuador) o mono nocturno (en Bolivia).
El kinkajú es un animalito de un tamaño de un gato pequeño que antes se clasificó como un primate debido a su cola tenaz dirigido hacia adelante y las frutas en su dieta. Kinkajú tiene una cabeza redondeada, ojos grandes y oídos redondos, extensamente espaciados. La cola le sirve como un cinturón de seguridad que agarra una rama, y también como un equilibrador cuando el animal huye por la noche en la oscuridad completa y se mueve rápidamente de un árbol a otro haciendo grandes saltos. Pueden estar colgados cabeza abajo agarrando la rama con la cola y liberando sus patas delanteras para manipular objetos alimenticios. Viven en los árboles subiendo raras veces al suelo. Por los días suelen dormir en los huecos de los árboles o están acostados sobre las ramas.
El nombre kinkajú se traduce como “oso de miel”. De verdad les gusta la miel y a veces atacan los nidos de abejas sacándola con su lengua larga y fina. Su dieta en un 90% consiste en todo tipo de frutas. Los animales siempre escogen las más frescas y maduras. Las demás 10 % son hojas, miel y néctar. En algunas áreas comen también insectos, ranas, lagartos y huevos de aves.
La estructura social de kinkaju es bastante inusual: la familia consta de dos machos, una hembra, su cachorro de hasta 1 año de edad y más descendientes adultos. Se cuidan, duermen juntos pero cazan siempre solitariamente. Al alcanzar la hembra 3 años abandona su familia. El territorio pasa de padre a hijos, ya que los machos están más conectados entre sí. Estos animales tienen glándulas únicas en la barbilla, la garganta y el pecho que segregan un líquido oloroso, con la ayuda del cual marcan el territorio. La tasa de reproducción de este animal es muy baja, porque la hembra solo trae 1 (raras veces 2) cachorros cada dos años. Kinkajú casi no tiene enemigos (excepto el hombre) pero la destrucción de los bosques amazónicos puede ponerlo en peligro de extinción. Kinkajú se domestica perfectamente y se acostumbra a aquellos que lo cuidan.
