¡Bienvenidos al Reino animal!
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El serau japonés Capricornis crispus

Фото Serau japonés
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Distribución y descripción

El serau japonés (Capricornis crispus) es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Bovidae, conocido en japonés como nihon kamoshika (ニホンカモシカ), habita los bosques de la isla de Honshū, en Japón. En Kyushu y Shikoku existen poblaciones residuales. No se reconocen subespecies. Externamente, el serau japonés es muy similar al goral, y algunos taxónomos incluso confunden estas especies en el mismo género. El serau japonés es pequeño: pesa sólo 35-38 kg y mide entre 60-90 cm, siendo los machos algo más grandes que las hembras. El pelaje denso y peludo de estos ungulados puede variar en color desde el gris negruzco hasta el marrón rojizo, con una parte inferior casi blanca y marcas blancas en las patas, la garganta y el hocico. Tanto los machos como las hembras tienen cuernos cortos y curvados (los machos tienen hasta 10 cm de longitud y unos 3 cm en la base, las hembras entre 4 y 6 cm). Curiosamente, la edad de uno u otro sexo puede determinarse fácilmente por el número de anillos de sus cuernos.

Modo de vida y reproducción

El serau japonés lleva una vida solitaria y se alimenta de hojas de tuya y ciprés japonés, así como de bellotas. Sólo durante la época de celo, que va de septiembre a noviembre, forman parejas, y en invierno se reúnen en pequeños grupos. El serau japonés es activo por la mañana y por la tarde, y descansa a la sombra de los árboles el resto del tiempo. La mayoría de las veces estos animales se encuentran cerca del borde superior del bosque y cerca de los arbustos y de numerosos afloramientos rocosos. Las hembras dan a luz a uno (raramente dos) cachorros en el refugio. Alcanzan la madurez sexual a los 2,5 años de edad y viven un máximo de 10-12 años en cautividad.

Amenazas a su existencia

Debido a los depredadores y las enfermedades en la naturaleza, sólo viven la mitad de los 5 años. La destrucción de los bosques, sobre todo en la primera mitad del siglo pasado, y la caza intensiva para obtener carne y pieles que tuvo lugar hasta 1924 han llevado a estos ungulados al borde de la extinción. Afortunadamente, el gobierno japonés declaró al animal monumento natural especial y se crearon reservas especiales para ellos, lo que contribuyó a aumentar su número hasta los 1.500 individuos.

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