¡Bienvenidos al Reino animal!
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El cobo de Uganda Kobus kob thomasi

Фото Cobo de Uganda
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Фото Cobo de Uganda
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Hábitat y particularidades

El cobo (Kobus kob) es un antílope ampliamente distribuido por las sabanas de África. La subespecie cobo de Uganda (Kobus kob thomasi) aparece en el escudo nacional de Uganda. El cobo solía ser común en las sabanas húmedas de África desde Senegal hasta el oeste de Kenia, pero su área de distribución es ahora mucho más reducida. Este antílope suele instalarse cerca de fuentes de agua permanentes. Suelen encontrarse en las llanuras de inundación y en los campos adyacentes al bosque, pero prefieren las zonas altas con hierba baja. Estos antílopes son muy aficionados al agua y nadan bien, prefiriendo buscar refugio en masas de agua si se ven amenazados. Los cobos también prefieren alimentarse sobre su vientre mientras están en el agua.

El nombre «kob» procede de un dialecto africano. Se conocen al menos diez subespecies del Kobus kob. El más reconocido es el cobo de Uganda (Kobus kobus thomasi).

Apariencia y modo de vida

El pelaje es corto, de color marrón rojizo, con una mancha blanca en la garganta y un vientre blanco. La especie se caracteriza por el dimorfismo sexual: los cuernos, que normalmente alcanzan una longitud de 40-45 cm (longitud máxima de 73 cm) y tienen una superficie acanalada y cruzada, sólo los tienen los machos. Son curvas y se elevan hacia arriba en los extremos. El cobo de Uganda mide entre 90 y 95 cm y pesa entre 90 y 120 kg. El cobo es principalmente activo en las horas de la mañana y de la noche. Forman bandos mixtos de hembras sexualmente maduras y machos jóvenes de menos de 8 meses, que pueden variar mucho en tamaño durante períodos cortos.

Comportamiento social y reproducción

El cobo es un animal de rebaño, y aunque no parece que se formen grupos estables, entre 20 y 40 hembras suelen pastar juntas. Durante la estación seca, estos antílopes pueden permanecer en grandes manadas. Con el inicio de la temporada de lluvias, las manadas migran hacia zonas más meridionales en busca de áreas de alimentación no inundadas. La distancia recorrida durante su migración puede ser de hasta 1.500 km. Al comienzo del celo, los machos adultos prefieren permanecer separados, mientras que las hembras y los machos jóvenes forman pequeños grupos de 15 a 40 individuos. Los cobos alcanzan la madurez sexual al final de su primer año de vida. La gestación dura entre 8 y 9 meses, tras los cuales suele nacer una cría de unos 5 kg. La cría es amamantada por su madre hasta los 6-7 meses. Los machos no participan en la vida de sus crías.

Parcelas «matrimoniales»

Durante el periodo nupcial, el cobo adulto ocupa una parcela «nupcial» específica, algunas de ellas de 20 a 60 m de diámetro. Esta zona está estrechamente vigilada y el cobo emitirá un silbido si aparece un competidor. Los propietarios del territorio no marcan los límites de la parcela, pero su presencia y sus frecuentes y fuertes silbidos advierten a los posibles competidores. Donde el animal es abundante, se forman «zonas de apareamiento» enteras, ocupadas en su totalidad por parcelas individuales. Se encuentran en zonas de colinas con poca vegetación donde la visibilidad es buena. Las parcelas individuales tienen un diámetro de 20 a 60 g.

La hierba en el centro de las parcelas suele cortarse y pisarse, mientras que se mantiene en la periferia y entre las parcelas para que los límites sean visibles. Los machos permanecen en la zona desde un día hasta varias semanas o incluso meses. Cuando un macho recién salido quiere hacerse con una parcela, irrumpirá rápidamente en una parcela ya ocupada e intentará expulsar al propietario legítimo. Lo más frecuente es que esta agresión sea infructuosa y que el invasor sea expulsado. Los propietarios de parcelas adyacentes no suelen pelearse entre sí y se limitan a mostrar posturas de ánimo o amenaza, con el animal arqueando el cuello y echando la cabeza hacia atrás. Las hembras que han cruzado el límite, permanecen con sus dueños durante algún tiempo y luego se trasladan a una parcela adyacente. El macho no intenta retenerlas, sino que, tras acompañarlas hasta el límite de su propiedad, vuelve al centro de la parcela y espera a nuevos visitantes.

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